miércoles, 29 de diciembre de 2010

Alguien dijo una vez que hay diferencias entre un fracaso, y un fiasco.

El fracaso es simplemente la ausencia de existo. Cualquier idiota puede tener un fracaso.
Pero un fiasco... Un fiasco es una catástrofe de dimensiones míticas. Un fiasco es un leyenda que se va transmitiendo de unos a otros para que se sientan mas vivos, porque no les paso a ellos.

"Mercury World Way Church ´s", o mejor dicho Phil, posee obras maestras de los mejores artistas norteamericanos, que solo contemplan aquellos que van a reuniones de alto nivel, a recibir un ascenso o cualquier otra cosa.
No somos simples empleados, como dijo Phil una vez, somos moradores de la grandeza.
Según Phil, el mundo esta lleno de gente que triunfa mediante la maldad, o el robo. Nosotros triunfamos con ideas originales.
Una zapatilla no es solo una zapatilla. Nos conecta con la tierra. Un calzado adecuado puede transportarnos. Nos hace creer que podemos superarnos. Pero hay que hacer sacrificios para alcanzar la grandeza pura, como los cumpleaños o la pasada navidad con mi familia.
A veces en "Mercury" organizamos fiestas  por motivos raros, como el día en que los italianos inventaron el caucho, cosa que no hicieron.Pero eso no viene al caso.
La idea era conseguir la sensación de andar sobre una nube.
Cualquier estudioso del diseño funcional del calzado es un estudioso del mismo Phil en persona. Es un maestro. Y su conocimiento innato de lo que el publico quiere y necesita no había fallado, hasta ahora.
Esta obsesionado con el número dos. Estos son sus dos Norman Rockwell premiados. Un par de cuadros que llegaron a adornar el despacho en la casa blanca del presidente Kennedy. Y esa es la preciada puerta doble que compro una vez estando de vacaciones en Túnez y que hizo que le enviaran por un coste demasiado exorbitante para recordarlo.762.000 dolares, cada una.
He de decir también que me he convertido en un entendido en últimas miradas, o sea el modo en el que te mira la gente cuando cree que sera la última vez que te vea. Estoy recibiendo bastantes miradas de esas, y... la que acaba de pasar también lo es.

Y en aquel momento lo comprendí. El éxito. El éxito, no la grandeza, es el único Dios al que sirve el mundo entero.

martes, 2 de noviembre de 2010

Cuando "siempre" resultó ser demasiado tiempo.

No lo entiendo
Es lo único de lo que estoy seguro, de que no lo entiendo.
¿En qué momento dejaste de quererme?
Sé que la distancia es difícil, pero yo lo llevaba bien.
Prometimos que los dos la llevaríamos bien, porque nos queríamos. ¿Que más podía importar? Unos kilómetros no eran lo bastante fuertes como para separarnos.
O eso creíamos.
O creías.
Porque yo sigo aquí, pensando en ti, como siempre.
Desnudo en nuestra casa, como siempre.
Esperando que entres por esa puerta, nuestra puerta, te quites ese vestido verde que tanto me gusta, y me acompañes.
Paseando delante de la gran ventana, sabiendo que nadie me vera, y mirando ese paisaje que mirábamos juntos, como siempre
Es que aquí todo sigue igual, hasta lo que siento por ti. Como siempre ha sido.
Y pasados los 8 meses todo está igual, porque tú no te has ido. Nunca lo has hecho, y creo que nunca lo harás.
Tal vez lo que sentías no era tan fuerte como creías.
Tal vez necesitas calor en esa cama tan lejana, y lo encontraste en otra persona que no era yo.
Tal vez resulté no ser lo bastante bueno y te diste cuenta cuando nos separamos.
Pero yo no cambie nada. Ni los sentimientos que tenía hacia ti.
Nadie ha entrado en mi cama, me di cuenta que si no es contigo no lo necesitaba.
Nadie me mira como tú lo hacías, ni pretendo que así sea.
Incluso si alguien entrara por esa puerta e hiciera todo exactamente igual que como lo haces tú nada cambiaría, porque no eres tú.
Cuando yo dije para siempre, lo dije de verdad.
Y puede que otra mujer entre en mi vida, y le de mi corazón.
Y que sea buena, y me ame como jamás lo hizo.
Y que le dé el calor que le hace falta a esta cama.
Y que cuando diga "siempre", lo diga de verdad, sabiendo lo que significa.
Pero cuando mire por nuestra ventana, y vea ese paisaje que tantas veces nos dibujamos en las espaldas, te volveré a recordar, porque esta ventana lleva tu nombre escrito al igual que esos amaneceres que ya no volveremos a compartir.
Te voy a querer toda mi vida, de eso si que estoy completamente seguro.
Y a eso me refería cuando dije "para siempre".

miércoles, 13 de octubre de 2010

Tenía un nombre, asi que tengo que recordarle.

- Les admiro por su trabajo.
- ¡Oh, cielos! Admirar.¿Qué significa admirar?
- ¿Por qué es tan difícil hablar con usted?
- ¿Y con usted?
- ¿Por qué nunca dice mi nombre?
- ¿Qué?
- Usted nunca dice mi nombre. ¿Por qué?
- ¿Qué es lo primero que hace cuando se acatarra?
- ¿Qué?
- Que, ¿qué es lo primero que hace cuando se acatarra?
- Uf. Tomo analgésicos, un poco de caldo, whisky...
- ¿Nunca deja que salga?
- No lo entiendo.
- No tomar nada. Dejar que siga su curso.
- No.
- No. Es lo que hacemos; matar, ahogar, eliminar, lo que sea para no sentir.
Cuando ejercía en Londres nadie me llamaba "methane", ni te lo agradecían. Aquí te dan las gracias porque aquí lo sienten todo. Directamente de Dios porque aquí no hay fármacos.
Extraño y puro sentimiento es el sufrir.
Y cuando has visto tanto coraje, en un niño, no deseas otra cosa más que cogerle en brazos.
¿Recuerda el niño de Londres, Jojo?
-Sí.
- Fue el primero al que saque adelante. Casi no podía tenerse en pie, pero aun así saco fuerzas para enterrar a su familia.
No sabemos lo que es el valor.
Solía escribirme notas. Me ayudaba en la consulta, era bueno. Era tierno, encantador, quería ser como yo y eso me alagaba. Parecerá tonto y pueril pero, hacia que me sintiera bien así que decidí llevármelo a Londres. Era mi talismán, mi valerosa África. ¿Cómo pude ser tan estúpido?¿Como pude llegar a ser tan egoísta?
Lo importante, es que era mi amigo. Tenía un nombre, así que ahora tengo que recordarle. Si todos a los que pierdo tuvieran nombre.

jueves, 7 de octubre de 2010

Invierno.

¿A quien no le gusta el invierno cuando puedes dormir abrazada a la persona que amas?

jueves, 30 de septiembre de 2010

¿Tú de que eres esclavo?

¿De las heridas que recibiste cuando eras pequeño?, ¿de tus traumas de la infancia?, ¿de lo que alguien más decidió que fueras?, ¿de una relación que no te satisface?, ¿ de un trabajo que no disfrutas?, ¿de la rutina de tu vida?
¡Ya libérate! ¡tira ya ese costal que llevas en la espalda en el guardas el resentimiento, el rencor y la culpa. Deja ya de culpar a otros y a tu pasado por lo que no marcha bien en tu vida. Cada día tienes la oportunidad de empezar otra vez. Cada mañana, al abrir los ojos, naces de nuevo, recibes otra oportunidad para cambiar lo que no te gusta y para mejorar tu vida. La responsabilidad es toda tuya. Tu felicidad no depende de tus padres, de tu pareja, de tus amigos, de tu pasado, depende solo de ti.
¿Qué es lo que te tiene paralizado?, ¿el miedo al rechazo?, ¿al éxito?, ¿al fracaso?, ¿al que dirán?, ¿a la crítica?, ¿a cometer errores?, ¿a estar solo?
¡Rompe ya las cadenas que tu mismo te has impuesto! A lo único que le debes tener miedo es a no ser tú mismo, a dejar pasar tu vida sin hacer lo que quieres, a desaprovechar esta oportunidad de mostrarte a otros, de decir lo que piensas, de compartir lo que tienes. Tú eres parte de la vida y como todos, puedes caminar con la frente en alto. Los errores del pasado ya han sido olvidados y los errores del futuro serán perdonados. Date cuenta de que nadie lleva un registro de tus faltas, solo tú mismo. Ese juez que te reprocha, ese verdugo que te castiga, ese mal amigo que siempre te critica, ¡eres tú mismo! Ya déjate en paz, ya perdónate, sólo tú puedes lograrlo.
¿Cuándo vas a demostrar tu amor a tus seres queridos?, ¿Cuándo te queden unos minutos de vida?, ¿Cuándo les queden a ellos unos minutos de vida?
El amor que no demuestres hoy, se perderá para siempre. Recuerda que la vida es tan corta y tan frágil que no tenemos tiempo que perder en rencores y estúpidas discusiones. Hoy es el día de perdonar las ofensas del pasado y de arreglar las viejas rencillas. Entrégate a los que amas sin esperar cambiarlos, acéptalos tal como son y respeta el don más valioso que han recibido: Su libertad.
Disfruta de tus relaciones sin hacer dramas. Si pretendes que todos hagan lo que tú quieres o que sean como tú has decidido, si pretendes controlar a los que te rodean, llenarás tu vida de conflicto. Permite a otros que tomen sus propias decisiones como has de tomar las tuyas, tratando siempre de lograr lo que es mejor para todos. Así podrás llenar tu vida de armonía.
Y por último, ¿Qué estás esperando para empezar a disfrutar de tu vida? ¿Que se arreglen todos tus problemas?, ¿Que se te quiten todos tus traumas?, ¿Que por fin alguien reconozca tu valía?, ¿Que llegue el amor de tu vida?, ¿Que regrese el se fue?, ¿Que todo te salga como tú quieres?, ¿Que se acabe la crisis económica?, ¿Que te suceda un milagro?, ¿Que por arte de magia todo sea hermoso y perfecto?
¡Despierta ya hermano!, ¡Despierta ya hermana!, ¡Esta es la vida! La vida no es lo que sucede cuando todos tus planes se cumplen, ni lo que pasará cuando tengas eso que tanto deseas. La vida es lo que está pasando en este preciso instante. Tú vida en este momento es leer este párrafo, donde quiera que lo estés haciendo y con las circunstancias que te rodean ahora. En este momento tu corazón lleva sangre a todas las células de tu cuerpo y tus pulmones llevan oxígeno a donde se necesita. En este momento algo que no podemos comprender, te mantiene vivo y te permite, ver, pensar, expresarte, moverte, reír, ¡hasta llorar si quieres!
No te acostumbres a la vida, no te acostumbres a despertar todos los días y estar aburrido, o malhumorado, o preocupado. Abre tus ojos y agradece todas las bendiciones que puedes ver, agradece tu capacidad de oír el canto de los pájaros, tu música preferida, la risa de tus hijitos. Pon tus manos en tu pecho y siente tu corazón latir con fuerza diciéndote: "Estás vivo, estás vivo, estás vivo".
Yo se que la vida no es perfecta, que está llena de situaciones difíciles. Tal vez, así es como se supone que sea. Tal vez por eso se te han brindado todas las herramientas que necesitas para enfrentarla: Una gran fortaleza que te permite soportar las pérdidas, la libertad de elegir como reaccionar ante lo que sucede, el amor y el apoyo de tus seres queridos.
Se también que tú no eres perfecto, nadie lo es. Y sin embargo, millones de circunstancias se han reunido para que existas. Fuiste formado a partir de un diseño maravilloso y compartes con toda la humanidad sus virtudes y defectos. Así está escrito en tus genes, en los genes de todos los seres humanos que han existido y en todos los que existirán.
Tus pasiones, tus miedos, tus heridas, tus debilidades, tus secretos y tu agresión, los compartes con todos tus hermanos. ¡Bienvenido a la raza humana! Esos supuestos defectos son parte de tu libertad, parte de tu humanidad.
Si te preguntas ¿Quién soy yo para decirte todo esto? Te contestaré que no soy nadie, soy simplemente una versión diferente de lo que tú eres. Otro ser humano más entre miles de millones, pero uno que ha decidido ser libre y recuperar todo el poder de su vida!!!
Espero que tú también decidas hacerlo.

martes, 21 de septiembre de 2010

Escapar

A veces, solo a veces, necesitamos escapar
El viento en mi rostro.
El olor de las flores.
El sol en mi piel.
Tus latidos entre mis piernas.
El sonido de la tierra al pisar.
Los pajaros volar.
Los conejos correr.
Mirar al horizonte, y verlo todo.
Saber que pase lo que pase, me esperaras.
Cerrar los ojos.
Respirar hondo.
Escapar.

martes, 14 de septiembre de 2010

Tortitas Americanas

Detrás de mí, el siguiente en llegar siempre era John. Tenía por costumbre mirar desde la cristalera antes de entrar, por supuesto de una manera muy disimulada, para ver si estaba Carmen.
Carmen era una camarera joven, morena, muy guapa, española, tal vez un poco redondita y un poco baja de estatura para los cánones actuales de belleza.
Aun recuerdo cuando entro John por primera vez en esta cafetería. Fue con un amigo, el cual se iba a mudar por múltiples motivos a la otra punta del país, y se fueron a tomar su último café juntos en este lugar.
Carmen los atendió, como siempre, con esa sonrisa suya tan característica y dijo:
- Lo de siempre para los dos, ¿o quiere otra cosa el caballero? - dijo refiriéndose a John.
- No, trae dos de lo mismo Carmen. - le contesto con un guiño.
- Muy bien Will.
Dicho esto sonrió por última vez y se metió en la cocina. No era el lugar que le correspondía, pero en esta cafetería no solía entrar mucha gente y podía ir donde quisiera ya que los pocos clientes que éramos siempre estábamos bien atendidos.
Al rato, salió con dos platos con una enorme montaña de tortitas en cada uno. Pero no unas tortitas cualquieras, tortitas de colores, de todos los colores. Se los llevo a la mesa con sus correspondientes bebidas y añadió;
 - Tu dosis de color diaria - Dijo con una enorme sonrisa.
- Gracias Carmen. - dijo Will con una sonrisa casi igual de grande que la suya.
- ¿Ha ido bien el día? - dijo con verdadero interés.
- Muy bien, ya está todo terminado y me iré mañana a primera hora.
- Así que este es tu ultimo día entre nosotros no viejo Will - Para nada era viejo, seguramente no llegaría ni a los 30. Supuse que lo llamaba así porque todos los que solíamos frecuentar este local éramos de una edad más mayor.
- Eso parece preciosa.
- Te echaremos de menos Will.
- Eh, que aun no me he ido. Espérate por lo menos a que me levante dispuesto a irme para despedirte de mí, ¿no?
- Como prefieras Will - dijo riéndose de esa manera tan característica suya. Para terminar, miro a John, le sonrió dulcemente y se fue para seguir con su trabajo.
Creo, que esa sonrisa tan sincera y sin ningún significado en concreto fue la primera de las causas por la que John siguió volviendo a este lugar día a día y empezó a enamorarse de ella. Pero que sabré yo del amor, apenas recuerdo lo que se siente cuando te enamoras.
Nada más se fue, Will le conto la historia de cómo la conoció y el porqué frecuentaba tanto esta cafetería tan abandonada y no otra con descuentos, bonos y más cercana a su trabajo.
- Will, siempre has sido un descarado - dijo John - pero tanto como para tratar con tanta confianza a esta camarera. Además, ¿qué pasa con Amy?
- Jajajaja. Para nada es lo que estas pensando amigo. Ella es... Es increíble. Nunca he visto una mujer tan positiva, tan... - no siguió la frase - He venido aquí muchas veces, y siempre John, siempre me ha recibido con una sonrisa. La primera vez que vine... - tampoco consiguió terminar esta frase.
- No hace falta que lo cuentes si no quieres.
- No, no es eso es solo que, bueno, no fue uno de los mejores días de mi vida. Fue cuando murió mi madre.
- En serio, no hace falta que lo cuentes si no quieres.
- Quieres dejarme tío, quiero contarlo. - Suspiro.
Resulta, que como sabrás, desaparecí. No quería estar con nadie, ni con Amy, ni contigo... ni siquiera fui capaz de estar con mi padre. Ahora me arrepiento, sé que me necesitaba y no fui capaz de estar con él. Pero bueno, gracias a ello conocí a Carmen. Llegue aquí, sin rumbo. De hecho entre en este lugar porque comenzó a llover y ya estaba totalmente empapado. Nada mas entre note que este era un lugar de costumbres, y de una clientela fija, porque al entrar todos, pero absolutamente todos los que estaban aquí me miraron extrañados. De hecho estoy casi seguro que todos los que están aquí estuvieron el día que vine por primera vez, hace ya casi 3 años.
Bueno pues, me senté donde estas tu ahora, mirando por la ventana. Y llego ella. Me saludo, dubitativa. Mi cara debía de mostrar todo el dolor que no supe llorar. Y, como es natural, me pregunto que quería. Pedí un café. Sabía que no podía quedarme en un lugar, ocupar un asiento y no consumir, aun sabiendo que nadie más entraría, así que aun sin ganas me pedí esto.
Ella se quedo mirándome. La veía en el reflejo del cristal. Y pasado unos segundos me pregunto que como me encontraba. Fui muy descortés, muy cortante. Pero como entenderás no estaba como para contarle mi vida a una completa desconocida. Ella en cambio me sonrió, y se fue sin ninguna signo de desprecio. Cuando volvió, regreso con mi café y con unas tortitas como estas.
- No he pedido esto - le dije.
- Lo sé. Digamos que es cortesía de la casa.
- Muchas gracias, pero, no las necesito.
- ¿Seguro que no? Pensaba que necesitabas añadirle un poco de color a tu día.
Me quede perplejo John - le conto Will a su amigo. - No supe que contestar. Lo que hice en cambio fue, sonreír. No entendía como, pero aquí estaba, sonriéndole a una desconocida porque me había puesto unas tortitas de colorines. Fue increíble.
Me quede observando las tortitas con cara de tonto, sin saber qué hacer con ellas porque verdaderamente no tenía hambre. Mientras hice esto ella volvió de nuevo, con un gran vaso con batido de chocolate con nata por encima.
"Si no te importa, ¿me puedo sentar contigo? Yo también necesito darle azúcar al cuerpo", me dijo riéndose.
Por supuesto deje que se sentara conmigo. Me hizo gracia esta chica descarada que invitaba a tortitas y se quería sentar con los clientes - dijo mientras la miraba y se sonreían mutuamente.
Así que bueno, se sentó en frente mía, donde ahora estoy yo, y se quedo mirándome.

- ¿Solo eso? - dijo John mientras observaba que su amigo se había puesto a comer las tortitas. - Pensé que ahora vendría lo interesante.
- Solo estaba haciendo una pausa.
- Una pausa demasiado larga me atrevería a añadir.
- La paciencia es una virtud querido amigo. - dijo.
Bueno, como te decía, se sentó enfrente mía, sin dejar de mirarme. Se bebió el batido lentamente, y cuando se fue a levantar empecé a hablarle.
- ¿Ver como siempre mantienes un suspense demasiado largo?
- No es cierto. Pero veras, déjame seguir y no me interrumpas pesado.
- ¡¿Pesado!?
- Shhh, calla. La cosa es que, no sé porque exactamente, pero empecé a contarle todo. Le dije que mi madre había muerto, el porqué estaba aquí, lo cobarde que me sentía,… Todo John, todo. Nunca me había soltado a contar todo lo que sentía de aquella manera, ni siquiera con Amy. Y....uuf, es que es increíble lo bien que sabe escuchar. No me interrumpió en ningún momento. Y cuando hablaba, daba una opinión sincera, pero siempre con cuidado para que no te sintieras herido. De verdad John, esta chica es increíble. - En ese momento la busco con la mirada, pero Carmen se había metido en la cocina.
- Entonces, ¿por esto vienes a esta cafetería?
- No es por esto John. No lo entiendes. Yo necesitaba ser comprendido, y me encontré con ella. Necesitaba color en mi día más gris y ella me lo dio en forma de tortitas. Necesite evadirme del mundo y, no sé porque, Dios me puso en este lugar.
- Pero si tú no crees en Dios...
- La cosa es John, que siempre que tengo un mal día, vengo aquí y ella lo soluciona. Muchas veces apenas hablamos, pero me alegra solo el verla sonreír, porque tiene una sonrisa muy… ¿sincera? No sabría expresarlo. Y a pesar de todo lo que ha pasado siempre sonríe. Es increíble.
- Bueno, he de admitir que tiene una sonrisa preciosa. – dijo John buscándola con la mirada. Will le miro poniendo una cara que todos los que estábamos allí sabíamos que expresaba. Era esa cara que poníamos todos cuando sabíamos que Carmen había vuelto a enamorar a alguien con su sonrisa. - ¿Qué?
- Nada. Solo que aquí siempre vas a poder venir cuando quieras. Sé que está lejos de donde trabajamos pero es tranquilo, y se está bien.
- ¿Qué demonios quieres decirme con eso Will?
- Nada, olvídalo. Es solo que, bueno, Carmen lo pasa mal cuando uno de nosotros se marcha. Hace 6 meses murió Anthony, un señor mayor que se sentaba en la esquina de la parte de atrás, y bueno ella no sonreía de la misma manera. Intentaba que todos estuviéramos bien, pero no era del todo ella. Y todos intentábamos hacer que sonriera igual que cuando estaba Anthony. Es difícil de explicar. El ánimo de esta cafetería depende de ella, si ella no estuviera estoy seguro que todos los que estamos aquí ahora mismo no volveríamos. Todo nos recordaría a ella.
- Por favor Will, ¿te vas a poner a expresar sentimientos que ni siquiera tú conoces? - dijo Carmen mientras recogía sus tazas y platos vacios.
- Perdona pequeña, pero no me conoces tan bien como para saber que soy capaz de sentir y que no. – dijo Will con gesto de superioridad fingida.
Ella hizo una mueca, murmurando algo que desde la barra no llegue a oír, o que ya no recuerdo. Es lo que tienen los recuerdos a esta edad.
- Bueno - Will suspiro.
- ¿Estás bien hermano? - dijo John preocupado.
- Si claro, ¿pagamos y nos vamos?
Se levantaron, y John fue directo a la barra hacia donde estaba Carmen.
- La primera comida siempre es gratuita. ¿O acaso no te lo ha contado Will?
- No - dijo John avergonzado - Parece ser que se le olvido - dijo mirándolo ahora a él. - Gracias.
- No te preocupes.
Estaba seguro que los invito porque era la ultima comida de su amigo Will, y no porque a todos los nuevos clientes los invitara. Aunque claro, al ultimo, que fue el mismo Will si que lo invito la primera vez.
Carmen los acompaño a la puerta de cristal, donde se abrazo a Will de una manera que estoy seguro que todos los presentes envidiamos.
- Te voy a echar de menos Will.
- Carmen, no me vengas con esas. Estas deseando que me vaya de aquí. Además mi asiento no estará vacio. A John le han gustado tanto tus tortitas que me ha dicho que se pasara por aquí muy a menudo.
- ¿Es eso cierto? - dijo Carmen ya no tan triste.
- Eh, si claro.- dijo John no tan seguro. - Aunque no sé cuando podre pasarme la próxima vez.
- Pero tranquila Carmen, no tardara mucho. Ese asiento no estará vacio mucho tiempo. No tendrás tiempo ni para poner el cartel.
Ambos rieron. John solo sonreía. Se quedo mirándola, de una manera, que era como si estuviera mirando el sol. Es increíble como Cupido lanza sus flechas cuando menos te lo esperas. John parecía bueno, pero nunca sería lo bastante bueno para nuestra Carmen.
- Bueno pues hasta siempre Will - le dijo a Will que estaba ya en la puerta. - Y hasta pronto. Me llamo Carmen por cierto.
- Yo John - dijo él poniendo la mano para estrechársela.
- Bonito - dijo ella mientras la esquivaba para darle un beso en la mejilla. - Espero verte pronto John.
- Sí, claro.- dijo el colorado y sorprendido al mismo tiempo.
Ella se dio la vuelta y se fue directa a la barra. Me miro, y me guiño un ojo. Yo pude ver por la cristalera como John aun seguía mirándola.
Ese día fue cuando John se enamoro de ella. Estaba casi seguro. Nos tenía a todos enamorados eso es bien cierto, pero ninguno de nosotros teníamos nada que hacer con ella. Tampoco lo íbamos a intentar, le sacábamos más de 60 años.
Después de ese día, John empezó a venir. Al principio un par de días a la semana, después casi todos los días, y con el tiempo tanto por las mañanas como por las tardes, según el turno que ella tuviera.
Una vez, el día que lo vi más decidido, trajo una rosa con él. Desde fuera se quedo mirándola. Sabía que no la merecía, y se guardo la rosa en su cartera antes de entrar.
Lo que no sabía él, era que una vez, mientras Carmen y yo hablábamos, me confesó que John le atraía, pero que no quería meterse en su vida. A fin de cuentas ella era una simple camarera y él trabajaba para una importante empresa. A veces Carmen resultaba de lo más tonta.

Hoy, ha llegado John, como en estos 2 últimos años. Ha mirado si estaba ella y ha entrado. Carmen, al verlo, ha sonreído mas de la cuenta y mirado hacia abajo, tímida. Este gesto me dio más celos de los que podia imaginar.
Ella, como siempre se ha acercado a su mesa, le ha preguntado que quería, y él ha respondido lo de siempre. Sé que no puedo tomar azúcar, pero un día tendré que probar esas condenadas tortitas para saber porque nunca se hartaba de ellas.
Carmen volvió a la barra, desaminada. ¿No se daba cuenta de que podía tener a cualquier hombre que se propusiera? ¿Por qué se comportaba de esa manera?
- Carmen. - Ella me miro con la mirada triste al principio, pero al encontrarse con mis ojos sonrió. - Él te quiere Carmen. - Puso cara de sorprendida, ¿de verdad no se daba cuenta? - Pero es tan estúpido que no es capaz de darte esa rosa que lleva en su cartera 3 semanas.
Ella se quedo mirándole. Él miraba por la ventana, la miro, se puso colorado, intento sonreírle y volvió a mirar por la ventana.
- Aunque si me permites mi opinión, te mereces algo mejor.
Carmen rio con esa sonrisa que nos encanta a todos.
- Siempre me habéis valorado más de lo que me merezco.
- No Carmen, siempre te has valorado menos de lo que eres. - Ella volvió a mirar hacia abajo - ¿A qué esperas? Prepárale las dichosas tortitas, siéntate con él y deja que el vea que tu también lo quieres.
Me miro con profunda alegría, me dio un beso en la mejilla pasando medio cuerpo por encima de la barra, y se metió rápidamente en la cocina. Cuando salió, se fue directa hacia John, con los dos vasos de batido de chocolate más grandes que había visto en mi vida. Y no se sentó enfrente de él, sino al lado.
No sé de qué hablaron, no quería saberlo. Si Carmen era a John a quien quería estaba dispuesto a aceptarlo, pero sabía que él nunca sería lo bastante bueno para ella.
Mire atrás, Andrew los miraba con la misma cara que yo. Sabiendo que ella se merecía algo mejor, y con algo de celos porque no decirlo. De hecho, todos los que estábamos allí los mirábamos así.
Y entonces él, puso su mano encima de la de Carmen.
Ninguno de los dos la aparto. Ví como dudó. Me atrevería a decir que incluso estaban temblando. Aunque claro, aquí casi todos los que nos encontrábamos en esa sala temblábamos, ya fuera de los nervios o por la edad.
En ese momento pensé en Alice, en mi preciosa Alice y en lo rápido que me dejo. Tanto, que ya apenas ni su recuerdo me visita, solo tengo para recordarla esas viejas fotografías que ni siquiera me atrevo a mirar por miedo al dolor.
Estaba seguro que esto sería un gran paso para dos personas tan tímidas como John y Carmen. Él no paraba de mirarla, intentando encontrar sus ojos. Ella en cambio, solo se atrevía a mirarlo con la cabeza baja. Con lo atrevida que es para algunas cosas esta chica española y lo tímida que es para otras.
No sé qué paso, pero ambos sonrieron a la vez y, después de soltarse la mano lentamente, ella se levanto y se fue directa hacia la barra, dejando su batido de chocolate entero encima de la mesa. Nunca la había visto tan feliz. Es increíble como la gente sencilla son tan felices con cosas sencillas.
Cuando él acabo, ella recogió su mesa sin atreverse a mirarle, y volvió a la barra.
John, después de verle titubear en su mesa, saco el dinero y fue hacia la barra para entregárselo. Cuando ella fue hacia donde él se encontraba extendió la mano, pero él no fue capaz de dejarle el dinero encima.
Titubeo de nuevo. ¡Pero si los jóvenes de hoy en día no titubean!
- Carmen. - dijo con tono decidido. Demasiado decidido diría yo. Fue casi un grito para mi gusto.
- Dime. – dijo ella sonriendo. Seguro que pensó lo mismo que yo.
- Yo... Veras es que me preguntaba si, después de tu turno tú... tienes algo que hacer o, has quedado con alguien. - Ella le miro con un gesto extraño, lo cual John malinterpreto. - Era porque voy a estar trabajando hasta tarde y si quieres que te lleve a algún lugar, a tu casa o... - No fue capaz de seguir. Me dio hasta pena.
- Pues, suelo coger el autobús así que no hace falta que te molestes.
- No, no es molestia ninguna. Te lo aseguro, mañana tendré mucho tiempo libre y… Me da igual donde vivas ya que no tendré prisa en llegar a casa.
- De acuerdo. Pues, mi turno acaba a las 10.
- A las 10. De acuerdo, pues... hasta luego.
- Si, hasta luego.
Se fue casi corriendo. Desde aquel momento, hasta que acabo su turno Carmen no dejo de sonreír.
John llego temprano y aparco enfrente de la cristalera. Cuando llego la compañera de Carmen para hacer su turno, ella se fue al vestuario más rápido de lo habitual, se cambio de ropa mucho mas rápido que nunca y salió mas maquillada de lo normal. Nada más terminar, salió de la cafetería, no sin antes despedirse de todos como siempre con su “Hasta mañana, chicos”, y se monto en el coche
A la mañana siguiente John entro con una rosa a la cafetería

Yohanna Carrera

viernes, 10 de septiembre de 2010

Bajo las estrellas.

- ¡Simba!
Simba, me has decepcionado.
- Lo se.
- Han podido matarte. Me desobedeciste deliberadamente y arriesgaste la vida de Nala.
- Solo intentaba ser valiente como tu.
- Yo soy valiente cuando debo serlo.
Simba, ser valiente no significa buscarse problemas.
- Pero tu no tienes miedo a nada.
- Hoy lo he tenido.
- ¿De veras?
- Si. Creí que te perdería.
- Ah. Hasta los reyes sienten miedo, ¿eh?
- Ajam.
- ¿Sabes una cosa?
- ¿Que?
- Apuesto a que esas yenas estaban mas asustadas.
- Jajaja. Claro, porque nadie se puede meter con tu padre. ¡Ven aquí cachorro!
- ¡Oh no, no! ¡Papa!
¡Ahora veras! ¡Ya te tengo!

Papa.
- ¿Que?
- Somos amigos, ¿no?
- Jejeje, si.
- Y siempre estaremos juntos, ¿verdad?
- Simba, te voy a contar algo que un día me dijo mi padre. Mira las estrellas, los grandes reyes del pasado nos observan desde esas estrellas.
- ¿De veras?
- Si. Y cuando te sientas solo, recuerda que esos reyes estarán hay para guiarte, y yo también.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Pequeños placeres

No se que quieres decirme cuando, mientras andamos, me detienes, me tomas de la cintura, pones tu nariz en mis cabellos y respiras, muy fuertemente. Después descansas un rato con tus labios en mi frente y, para terminar, nos miramos, dándome de despedida un toquecito con tu dedo índice en mi nariz.
Después de esto continuamos andando como si nada hubiera pasado.
Nunca me has explicado que quieres decirme con esto. Tampoco yo te lo he preguntado.
Pero en ese momento no siento nada; ni el frió, ni el calor, ni el viento, ni las miradas,  ni el sonido de los coches, ni los pájaros piar... Solamente a ti.
Y es por eso que este, es uno de mis pequeños placeres que me hacen feliz.